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6.12.11

LOS TORDOS de mi vecino



Hoy, nada más llegar a casa desde Valencia, ha venido Manuel, nuestro vecino, a
ofrecernos amablemente 4 tordos que acababa de cazar su hijo.
Le he dicho que yo nunca había pelado pájaros y, mucho menos, vaciado. Todo para,
disimuladamente, evitar tener que hacerlo. Pero él ha insistido: “pues alguna vez
tendrás que hacerlo”. Él, que lleva toda la vida comiendo de sus propios animales, no
entiende cómo los que venimos de la capital podemos ser tan remilgados. Para
él es lo más normal del mundo. Como lo último que yo quisiera es ofenderle, he cogido
los tordos y él ha empezado a explicarme cómo se pelaban y abrían para limpiarlos.
Y, para más inri, me dice: “y tienes que pelarlos ya, cuanto antes”.
Allá voy yo, haciendo de tripas corazón, y empiezo a pelar el primero, delante de él. La
sensación ha sido de ganas de llorar y malestar en el estómago a la vez. Encima, mis
hijos estaban allí y la niña me decía: “mami, no le hagas eso al pajarito…”
El segundo tordo ha ido bastante mejor y, con el tercero y el cuarto ya parecía que
había estado pelando tordos toda la vida.
Mañana los freiremos con ajitos y probaremos el famoso tordo que tantos cazadores
andan buscando todos los fines de semana. Todo sea por el bueno de Manuel, aunque
estoy segura de que, aun con reticencias, nos van a gustar.

1 comentario:

  1. La vida en el campo también es dura.Cada vez que me invitan a participar en la matanza paso unos momentos similares a los que describes, luego lo racionalizas y es más llevadero. Pero no comer pájaros o cerdo es muy respetable y seguro que tus vecinos lo entienden. Un abrazo para Javi!!

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