Pesca realizada por Frasqui (Puçol)
La Dorada
Latín, Sparus auratus; Francés, Dorade royale; Inglés, Gilt-head seabream; Alemán, Goldbrassem; Italiano, Orata; Catalán, Orada y Daurada; Gallego, Dourada; Asturiano, Mazota; Vasco, Txelba urraburúa; Murciano, Dorá y Dorada
Que duda cabe que la dorada es uno de los peces más perseguidos por la mayoría de los pescadores deportivos, tanto por el tamaño que suelen adquirir en los ejemplares adultos (sobrepasando en algunos casos los 8 kilos de peso), como en su lucha titánica una vez que se sienten clavadas por el anzuelo, y cómo no, sin olvidarnos de sus deliciosas carnes que nos deleitarán en la mesa preparadas de mil maneras.
Aparte de todo esto, no conviene olvidar las dificultades que presenta sus capturas en la mayoría de los casos, ya que son de costumbres caprichosas e impredecibles. Dotadas de un instinto o inteligencia muy superior al de otros peces - quizás al mismo nivel que la lubina - y si se me permite, exagerando un poco, “capaz de reconocer al dueño de los aparejos que se encuentra en sus correrías en busca de alimento en los pesqueros de costumbre” (sobre todo en las castigadas zonas portuarias).
Pescar doradas ha sido desde siempre la mayor ilusión de cualquier pescador deportivo por todo lo dicho anteriormente. Muchísimo tiempo antes de que aparecieran las cañas con carrete ya las pescaban auténticos artistas en la materia, utilizando rudimentarios aparejos, compuestos en la mayoría de los casos por una lienza de cáñamo o de nailon de un diámetro considerable, una gameta de nailon o hijuela que nunca bajaba del 0,40 de grosor, un buen anzuelo, y la correspondiente plomada corrediza o deslizante. Estos las esperaban en los sitios de costumbre; por lo general, en cantiles o rocas y escolleras con fondos de arena o de cascajo, donde sabían que entraban a alimentarse, y por supuesto, donde podían alcanzar a poner el cebo – almeja, cangrejo o caracola en la mayoría de los casos – en las zonas de paso o pasto.
Algunos de estos pescadores que todavía quedan, pero pocos, cuentan, dicen, lo que se divertían en esos tiempos, por la cantidad de capturas y peso de grandes ejemplares, muy difíciles de ver ahora; claro, que esos eran otros tiempos, la realidad de ahora es muy diferente, “las doradas han llegado a aprender álgebra”, cada año que pasa parece que llegan a saber más y más, se cogen menos, más pequeñas, hay años en los que parece que han desaparecido; pero no, no es así, la dorada es un pez que sigue abundando, aunque eso sí, cada vez menos, como todos los demás peces en general.
El cuerpo de la dorada es ovalado y comprimido, bastante parecido al sargo, aunque algo más alargado, con la cabeza más corta y el perfil del rostro más curvado. Los labios son gruesos, la mandíbula superior está armada de dientes cónicos y con diversas filas de muelas de forma lisa formando como una especie de empedrado. La mandíbula inferior es análoga a la superior, y se puede decir que el conjunto forma una máquina perfecta para triturarlo todo.
La cola es ancha y potente, que le permite una natación rápida y veloz.
La coloración dominante de la dorada es plateada, con un dorso grisáceo que se va difuminando hacia el vientre, llegando a presentar éste un tono blanquecino o sonrosado. La mancha dorada brillante que presenta en su frente a la altura de los ojos la hacen inconfundible. También presenta unas manchas rojizas en los extremos de sus mejillas.
Las doradas de piscifactorías se diferencian de las salvajes por tener una coloración más apagada, así como las carnes más grasientas, debido a la alimentación a base de piensos y al sedentarismo a las que se hayan sometidas.
Es un espárido que preferentemente vive cerca de la costa, pero también se puede encontrar en bajíos mar a dentro y prácticamente en todos los lugares donde roca vegetación y arena se mezclan. Se desplazan con frecuencia, siguiendo a veces el influjo de la estación, no despreciando las aguas salobres de las lagunas costeras. Entrando a estas por los canales de comunicación, especialmente en los periodos de reproducción, que suele ocurrir entre los meses de septiembre hasta mediados o finales de diciembre. También se suelen encontrar en las desembocaduras de los ríos, especialmente en primavera y verano.
Durante su fase juvenil les gusta la compañía de sus congéneres y forman grandes bandadas; pero por el contrario se van haciendo más solitarias con la edad.
No les gustan las grandes profundidades, y se pueden encontrar desde pocos centímetros hasta los 20 o 30 metros. Al igual que pasa con casi todos los demás peces, la dorada no va a ser una excepción, antes no era raro pescar algunas que sobrepasasen los 8 kilos y 80-90 centímetros de longitud. Ahora nos podemos “dar con un canto en los dientes” si conseguimos alguna de 2 o 3 kilos.
Es un pez carnívoro, cuya dentadura parece expresamente preparada para triturar cuerpos duros; en efecto su alimentación casi en exclusiva se compone de moluscos y crustáceos. La capacidad que tiene para triturar un mejillón o una ostra la hacen un enemigo temible en los criaderos de estos moluscos. Un banco de grandes doradas puede acabar en pocos días con uno de estos criaderos. También les encantan los anélidos que se van desenterrando o que quedan al descubierto en algunas playas por la fuerza de las olas y mareas entre ellos esta su preferido y del que ya henos hablado en otra entrada ese ORO ROJO que van persiguiendo muchos pescadores.
La dorada es mayoritariamente diurna. Está más activa en días de buen tiempo: Sol, altas presiones atmosféricas etc. Por el contrario, se ve afectada por el mal tiempo: bajas presiones, tiempo nublado, fuertes vientos, cambios bruscos de temperatura etc.
Cuando se traslada en busca de alimento recorre las escolleras, praderas de posidonias, las playas, los interiores de los puertos o zonas portuarias y todas las zonas de pasto a las que tienen por costumbre, siempre en continuo movimiento.
Esta especie, al igual que una mayoría, al principio de su madurez sexual todos son machos, convirtiéndose en hembras a medida que van adquiriendo mayor tamaño.
La dorada suele llevar a cabo su reproducción entre los meses de septiembre hasta mediados o final de diciembre. En los meses y lugares que se suelen reproducir también están activas de noche; posiblemente debido a su alta concentración.
Desde el mes de enero hasta abril o mayo es muy raro encontrarla en las playas, ya que por lo general inverna en zonas más cálidas y profundas; pero por el contrario no es tan raro encontrarla dentro de las zonas portuarias, escolleras y cantiles o zonas rocosas donde sí encuentra esas condiciones.
La mejor época para la pesca de este espárido es sin ningún tipo de dudas la comprendida que va desde principios de la primavera hasta últimos días del otoño; aunque en determinadas zonas también se puede conseguir alguna que otra captura en los meses invernales, siempre con buen tiempo y a las horas que más calienta el Sol, también se pueden dar algunas picadas de noche, aunque más raramente.
Se puede decir que la dorada es en general de costumbres más bien diurnas, que es cuando más se mueve en sus constantes correrías en busca de sus zonas de pasto, y por lo tanto cuando se encuentra más activa. Esto no quiere decir que de noche no se pueda pescar ninguna. Está más que demostrado que en su época de reproducción se han dado bastantes capturas, sobre todo en noches claras (con luna). Todo ello debido a su recelo y desconfianza a tomar cualquier alimento en plena oscuridad (sobre todo las más crecidas). Jos Pagn Diaz
Javi, muy buena documentacion, siempre tenemos algo que aprender de la reina por escelencia, la Dorada.
ResponderEliminarQueda claro que te gusta la Dorada....
ResponderEliminarLa dorada y todo pez grande, que se quiera unir al blog enganchandose a los anzuelos que yo les pongo.
ResponderEliminarCON LO DE "los anzuelos que yo les pongo" no he querido ofender a nadie es una manera de expresarse los pescadores.
ResponderEliminar